El ZTE Axon M se caracteriza por estar formado por dos pantallas del tipo IPS LCD con protección Corning Gorilla Glass 5 y un hardware de gama media-alta.
La firma china ZTE acaba de hacer oficial al Axon M, su primer smartphone plegable. Esto es sorprendente, no sólo por el hito que marca el teléfono en sí, sino también por lo rápido que tardó de ser un rumor a una realidad concreta.
Lo primero a destacar es que, al menos en este caso, el término plegable no se aplica al concepto de pantallas flexibles o que se doblen, sino más bien que se pliegan/unen.
El cuerpo del aparato está basado en un aluminio, algo muy grato el tener materiales premium en un gadget de este estilo. Su diseño no es nada revolucionario, e incluso hasta sus marcos son bastantes pronunciados.
En cuanto al resto de sus características, el ZTE Axon M se destaca por las siguientes cualidades:
Hay algunos puntos que son importantes de mencionar y aclarar. El primero es que si bien el móvil tiene dos pantallas, si se lo usa de manera contraída — por así decirlo — se saca provecho de una de ellas. Ahora bien, cuando lo desplegamos las dos juntas forman un campo de visión de 6,75″… y una molesta línea negra horizontal en el medio, donde hace la unión.
Lo segundo radica en su cámara. Retomando del párrafo anterior, cuando tenemos contraído el aparato, esa lente hace de cámara principal (trasera). Pero, si decidimos capturar una selfie entonces lo abrimos y ahí es cuando ese mismo sensor pasa a ser también el secundario (frontal).
Llama la atención que — al final — sí hayan optado por un procesador puntero, pero del año pasado. Igualmente, es obvio que (nos) dará potencia de sobra para la mayoría de los usuarios.
Por último, y como señalamos antes, podemos sacar provecho de diferentes modos de uso e implementación de este ZTE Axon M. Concretamente, son los siguientes cuatro:
Lamentablemente no se sabe si el Axon M vaya a llegar de manera oficial a Chile o a cualquier otro país de América Latina. Ante esto tendremos dos opciones: o sentarnos y esperar con los dedos cruzados, o recurrir a una importadora con el consiguiente (sobre)costo que ello implica.