Los teléfonos móviles emiten radiaciones, y el SAR nos permite saber la potencia emitida desde un dispositivo que es absorbida por nuestro cuerpo.
Ya hemos tocado prácticamente todos los tópicos relacionados con la radiación en las telecomunicaciones, pero aún nos falta hablar sobre aquel dispositivo que nos acompaña todo el día, todos los días: nuestro teléfono móvil.
Y es que si bien estamos constantemente expuestos ante las ondas de radio provenientes de las antenas celulares, de nuestro módem o router, el smartphone sigue siendo el equipo que más nos irradia con sus ondas electromagnéticas, las cuales, por supuesto, no son para nada dañinas hacia nuestra salud.
Este tópico es muy interesante por un motivo bastante sencillo: a parte de que siempre andamos con él en todas partes, es el único dispositivo que emite radiación directamente en nuestro cuerpo, ya sea porque lo estamos trayendo en nuestro bolsillo, o porque nos lo acercamos a nuestra oreja para realizar/contestar una llamada o para escuchar un audio.
La idea de este artículo es ver específicamente qué es lo que emiten nuestros teléfonos, así como también revisar cuál es la regulación actual de emisiones, las cuales permiten que nuestros equipos no tengan un impacto negativo en nuestra salud.
Como sabrán, un teléfono móvil es capaz de transmitir y recibir información a través del uso de ondas de radiofrecuencia, tales como las que utilizan las redes WLAN (WiFi) o las redes móviles.
Esta capacidad de transmisión y recepción de información se hace, naturalmente, a través del uso de antenas en el interior de estos equipos, las cuales usualmente vienen integradas en el SoC de nuestro teléfono.
La peculiaridad de esto radica en que, hoy en día, prácticamente todos los teléfonos son capaces de receptar todo tipo de ondas de radiofrecuencia. Aquí no solo tenemos el Bluetooth y/o el WiFi, sino que también están las distintas bandas que soporta para las redes móviles (2G/3G/4G/5G), y bueno, también está el soporte para radios AM y FM, aunque hoy en día ocurre en mucha menor medida.
El punto es que nuestro teléfono emite y recibe una diversidad de ondas de radio, característica que no necesariamente comparte con antenas u otros tipos de dispositivos inteligentes. A esto hay que sumarle el hecho de que el smartphone es prácticamente el único objeto tecnológico que llevamos con nosotros mismos en todo momento, por lo que la radiación que emite incide directamente en nuestro cuerpo.
Es por esto que desde hace varios años existen ciertas preocupaciones relacionadas con el impacto en la salud que tienen los teléfonos, especialmente en la posibilidad de generar algún tipo de cáncer.
Por fortuna, este tópico está muy bien estudiado dentro de la comunidad científica, y se han establecido marcos regulatorios en todos los mercados para que los teléfonos móviles no superen cierto umbral de radiación. Para esto, debemos poner nuestra atención hacia el SAR.
La forma en que se regula la cantidad de radiación que un teléfono puede emitir es a través de lo que se conoce como el SAR, que es un acrónimo de Specific Absorption Rate — Tasa de Absorción Específica.
Básicamente, el SAR es una medida que nos indica la potencia — la cantidad de energía — emitida desde un dispositivo que es absorbida por nuestro cuerpo. Su unidad de medida es de vatios por kilógramo (W/Kg), y es utilizada para medir el nivel de radiación de teléfonos móviles y otros dispositivos que se utilizan cerca del cuerpo.
Cada teléfono cuenta con una tasa de absorción distinta, esto porque hay varios factores que afectan la medición de la radiación emitida, tales como la posición de las antenas dentro del equipo, la forma en que el usuario esté usando el dispositivo, e incluso el nivel de saturación que tienen las antenas de tu telco, entre otros más.
Si quieres saber cuál es el valor SAR de tu dispositivo móvil, la Oficina Federal para la Protección Radiológica (Bundesamt für Strahlenschutz – BfS) de Alemania cuenta con una tremenda base de datos con las respectivas mediciones para distintos teléfonos móviles. Por ejemplo, el iPhone 12 Pro Max marca un valor de 0.98 en la oreja, y 0.99 en el cuerpo, mientras que el Samsung Galaxy Z Fold 2 marca 0.859 en la oreja, y 1.453 en el cuerpo.
Ahora bien, es importante mencionar que estas mediciones son prácticamente de laboratorio, y por lo general representan el funcionamiento del equipo a máxima potencia, por lo que en muchas ocasiones el usuario se puede ver expuesto a un menor nivel de radiación del que se muestra en el valor SAR del equipo.
¿Y cuál es límite aceptado? Diversas instituciones, tales como la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP), establecieron un máximo recomendado de 2 W/Kg para 10 gramos de tejido vivo, límite que actualmente acata la Unión Europea.
En Estados Unidos, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) establece que el valor SAR máximo es de 1.6 W/Kg, pero para un solo gramo de tejido. En el caso de Chile, la normativa de la Subtel acoge estos dos valores para cuerpo parcial, cabeza y tronco.
De todas maneras, tal y como menciona la Sociedad Americana contra el Cáncer, la FCC no necesariamente recomienda comparar los valores SAR entre equipos, ya que puede generar confusión por los motivos mencionados anteriormente — son pruebas de laboratorio, y no necesariamente representan el valor al que se verá expuesto el usuario finalmente.
Retomando entonces el tema de la salud, tenemos que los teléfonos móviles emiten exactamente el mismo tipo de radiación que las antenas de telefonía o nuestro router para el WiFi. Esto implica que, al ser ondas del tipo no-ionizante, el único riesgo que podría existir es que exista un aumento en la temperatura corporal.
Por el momento, no existen estudios concluyentes al respecto de que tu teléfono pueda provocar esto. En parte, esto puede ser porque todos los equipos funcionan bajo el umbral establecido por la ICNIRP o la FCC, por lo que el riesgo es bastante bajo, tendiendo a lo nulo.
Y bueno, considerando además lo que hemos comentado en artículos anteriores, ni las bandas que nuestro teléfono recepciona provenientes de las redes móviles — incluyendo a las famosas bandas milimétricas del 5G, las cuales se acercan a las microondas — y/o de nuestro WiFi, son capaces de de generar este efecto en nuestro cuerpo.
¿Y qué pasa con el cáncer? Desde la Sociedad Americana contra el Cáncer mencionan que, al igual que con lo anterior, se han realizado diversas pruebas y estudios tanto en humanos como en otros animales, y hasta el momento ninguna ha logrado entregar evidencia contundente que demuestre la exposición ante ondas de radiofrecuencia y/o nuestro teléfono esté relacionado con la generación de tumores cancerígenos.
Por lo tanto, nuestro teléfono relativamente benigno en cuanto al impacto que tienen las radiaciones que emiten y reciben en nuestro cuerpo.
De todas maneras, esto no significa que el smartphone no sea perjudicial para nuestra salud. Su uso excesivo puede generar problemas a la visión, trastornos al sueño (por la exposición ante luz azul), y yéndonos por el lado más psiquiátrico o psicológico, puede generar un mayor nivel de distracción, problemas para sociabilizar, y otros temas relacionados con la salud mental, aunque bueno, eso ya es harina de otro costal.