Mailbox, creado para revolucionar la forma en que trabajas con tu correo electrónico en el móvil y ahora desde el escritorio, para hacerte más productivo.
Hoy ya es un hecho que los sistemas operativos han avanzado en la dirección de hacer converger la experiencia de uso entre móvil y escritorio, esto comenzó desde Apple al transformar OSX hacia una experiencia más iOS y lo mismo pasó con Microsoft con el lanzamiento de Windows 8 como hermano mayor de Windows Phone e incluso lo hemos visto en Linux con Ubuntu y Ubuntu Phone. Toda esta tendencia también se ha traspasado, como era de esperarse, al mundo de las aplicaciones y dentro de lo que he probado Mailbox es uno de los mejores casos.
Verde para archivar (y sacar de la bandeja de entrada). Rojo y a la papelera. Marrón para enviar a una lista. Amarillo para programar para más tarde. Además, y si mantienes presionado unos segundos, puedes crear acciones automáticas.
Para mi el problema con Mailbox era que funcionaba muy bien en la aplicación móvil, pero todas estas listas y programación para más tarde, tan útiles, desaparecían en Gmail (que es lo que uso) y solo se convertían en etiquetas, así que se perdía la magia al no tener una buena integración con el escritorio, por lo que incluso dejé de usar la aplicación.
Ahora puedes tener la misma experiencia en Android, iPhone, iPad y OSX con una velocidad de sincronización impresionante.
Esto se ha solucionado con el lanzamiento de la versión de escritorio, por ahora en beta cerrada, aunque lamentablemente solo para OSX. Y, como partía en esta entrada, Mailbox ha conseguido muy bien repetir la experiencia móvil en el escritorio, manteniendo su minimalismo, funcionalidad e incluso los gestos, pero sin dejar de darle poder adicional mediante atajos de teclados y otras características.