A pesar de su alto precio, el iPhone 16 sigue utilizando una pantalla de 60 Hz. ¿Es suficiente esta característica en un mercado competitivo?
¿Te has preguntado por qué pagamos tanto dinero por un iPhone, cuando otros dispositivos mucho más económicos ofrecen características que deberían ser estándar? Es difícil de entender, ¿verdad? Uno pensaría que al comprar un teléfono que en Chile cuesta mil dólares (desde $949.990), como el iPhone 16, estaría obteniendo lo mejor de lo mejor. Pero cuando comparas algunas funciones básicas, como la pantalla, la realidad es bastante distinta.
Hablemos claro: que el iPhone 16 siga con una pantalla de 60 Hz es una de esas cosas que no tienen sentido. Es como comprar un coche deportivo que solo corre a 60 km/h. Te vende la experiencia premium, pero cuando lo comparas con algo de menor valor que va a más velocidad, te quedas con una cara de “¿qué está pasando aquí?”.
Muchos se compran un iPhone porque están dentro del ecosistema de Apple, y la verdad, entiendo la comodidad de tener todo conectado: el iPad, el MacBook, los AirPods. Otros simplemente lo hacen porque les gusta o porque es el teléfono que todos tienen, y seamos sinceros, a veces uno se lo compra solo porque se antoja. Pero esta columna no va de eso. Aquí hablamos de algo más simple: pagar una buena cantidad de dinero por un teléfono y que te ofrezca menos de lo que podrías tener por mucho menos; perdón si parece trabalenguas.
Ya sé que a algunas personas les vale bien poco si su teléfono tiene una pantalla de 60 o 120 Hz. Y claro, no a todo el mundo le interesa la tecnología de la pantalla. Pero ese no es el punto. Cuando se paga una cantidad considerable de dinero, lo lógico es esperar que el dispositivo esté a la altura de su precio y ofrezca las mismas características que otros modelos más accesibles.
Déjame explicarlo de manera sencilla, algo que de seguro ya muchos saben: Las pantallas de los teléfonos de hoy en día tienen algo que se llama “frecuencia de actualización”. Básicamente, es la cantidad de veces que la pantalla se actualiza por segundo. Los viejos tiempos eran de 60 Hz, pero hoy en día muchos dispositivos ya tienen 90 Hz o incluso 120 Hz. ¿Por qué importa esto? Pues porque cuanto más alta es la frecuencia, más suave es el desplazamiento, los vídeos se ven mejor, y todo se siente más rápido y fluido.
Ahora, los modelos de gama alta tienen algo que llaman “frecuencia de actualización variable”, que es como el santo grial de las pantallas. Esta tecnología ajusta la frecuencia dependiendo de lo que estés haciendo. ¿Estás leyendo un texto? La pantalla se baja a 1 Hz, y así ahorras batería. ¿Estás jugando o viendo un vídeo? Pues sube hasta 120 Hz y ahí sientes la diferencia.
Y aquí es donde empiezan los problemas con el iPhone 16 y 16 Plus. Apple sigue vendiéndonos la experiencia premium, pero la pantalla de 60 Hz no está a la altura. Es como si te estuvieran diciendo: “Te damos lo mejor, pero no todo”. Y ahí es cuando nos preguntamos, ¿por qué otros dispositivos de menor precio tienen mejores pantallas que un iPhone que cuesta cuatro veces más? ¡Cuatro veces más! Es difícil de entender, ¿verdad?
Y no me malinterpretes, me encanta el iPhone. Durante casi diez años fui fiel a la marca, pasando por el 5c, 5s, 6s, 8 Plus, 11 y finalmente el 12 mini. Sin embargo, hace un buen tiempo me cambié a Android por cuestiones personales. Y ahora, al comparar los dispositivos actuales, uno no puede evitar sentirse un poco engañado. Claro, Apple necesita diferenciar entre el iPhone 16 y el Pro, lo entiendo. Pero ¿no sería suficiente con las cámaras, el procesador o las capacidades multimedia? Dejarnos con una pantalla de 60 Hz en 2024 es como seguir usando la televisión de tubo en plena era del 4K.
Además, hay algo más que la mayoría de la gente no conoce (o quizá sí), y es la pantalla siempre activa. Los modelos Pro del iPhone ya la tienen, y es una maravilla. Imagínate poder ver la hora, las notificaciones o el fondo de pantalla sin tener que tocar el teléfono. ¿Cómo lo logran? Pues porque la pantalla se actualiza solo una vez por segundo. Así no gasta prácticamente nada de batería. Pero ¿adivina qué? El iPhone 16 normal no tiene eso. Es otro de esos detalles que te hacen pensar: “Si otros dispositivos pueden, ¿por qué mi iPhone no?”.
La verdad es que Apple, en este caso, se está quedando atrás. Y no es cuestión de que no puedan hacerlo; es que no quieren. Y aquí es donde te hago la pregunta: ¿de verdad merece la pena pagar mil dólares por un teléfono que, en algo tan básico como la pantalla, se queda corto frente a otros dispositivos? Es como ir a un restaurante de lujo y que te sirvan una hamburguesa. Puede estar muy rica, pero tú pagaste por algo más.
Con esto no quiero decir que el iPhone sea un mal teléfono. Ni mucho menos. Pero si los dispositivos más económicos ya están ofreciendo lo que debería ser estándar, es hora de que Apple se ponga las pilas. Porque al final, quienes pagan tanto dinero por un teléfono no lo hacen solo por la manzanita; lo hacen porque buscan lo mejor. Y, sinceramente, Apple, en esta ocasión, no está ofreciendo lo mejor.