
La relación entre Inteligencia Artificial (IA) y Aprendizaje Automático (Machine Learning, ML) suele confundirse en el lenguaje común, aunque ambas nociones representan niveles distintos dentro del mismo campo científico.
La IA busca reproducir la inteligencia humana en sistemas computacionales capaces de razonar, planificar y tomar decisiones, mientras que el ML constituye la rama que permite a estos sistemas informáticos aprender a partir de datos sin depender de reglas programadas de forma explícita.
Por temas de compresión, primero veremos brevemente qué es la IA, luego ML, luentro entraremos en tierra derecha.
La IA se plantea como un campo general que estudia y construye sistemas capaces de percibir, razonar, aprender y actuar en entornos complejos. Su propósito no es solo automatizar tareas, sino acercar el comportamiento de la máquina al umbral de la inteligencia humana.
En su origen, la IA fue concebida como una aspiración científica y técnica: lograr que las máquinas pudieran pensar y razonar de manera análoga al ser humano. John McCarthy formuló una de las definiciones más recordadas, que establece el carácter interdisciplinario de esta nueva ciencia de la inteligencia.
“La ciencia y la ingeniería de hacer máquinas inteligentes, especialmente programas de computadora inteligentes”.
John McCarthy fue un informático y matemático estadounidense, reconocido como uno de los padres fundadores de la IA
Posteriormente, Marvin Minsky amplió la idea inicial, destacando la importancia del propósito funcional de la IA. Su planteamiento apuntó a que el valor de esta disciplina reside en la capacidad de los sistemas para realizar actividades que, hasta entonces, solo podían ser llevadas a cabo por las personas.
“La ciencia de hacer que las máquinas hagan cosas que requerirían inteligencia si las hicieran los hombres”.
Ambas formulaciones ilustran una misma intención: construir sistemas que comprendan su entorno, tomen decisiones informadas y mejoren su desempeño sin depender únicamente de instrucciones preprogramadas.
A lo largo de su evolución, la inteligencia artificial ha desarrollado distintos enfoques conceptuales que definen cómo las máquinas adquieren y aplican conocimiento:
El Aprendizaje Automático (Machine Learning, ML) marca la transición desde la programación manual hacia el aprendizaje autónomo, permitiendo que los sistemas mejoren su desempeño mediante la experiencia acumulada:
El otrora ingeniero de IBM, Arthur Samuel, en 1959 introdujo la noción de aprendizaje automático a partir de sus experimentos con programas que aprendían a jugar damas. Su definición se centró en otorgar a las computadoras la capacidad de mejorar su comportamiento sin depender de modificaciones directas del código.
“El campo de estudio que da a las computadoras la capacidad de aprender sin ser explícitamente programadas”.
Arthur Samuel, fue ingeniero en IBM
Años más tarde, Tom M. Mitchell, en su libro «Machine Learning» (McGraw-Hill, 1997), formuló un principio más formal, pensado para medir objetivamente el proceso de aprendizaje de un sistema. Su definición introdujo el vínculo entre experiencia, tarea y rendimiento, sentando las bases del enfoque estadístico moderno.
“Se dice que un programa de computadora aprende de la experiencia E con respecto a una clase de tareas T y una medida de rendimiento P, si su rendimiento en T, medido por P, mejora con la experiencia E”.
Ambas perspectivas describen el ML como un mecanismo de adaptación progresiva. Cuantos más datos procesa un modelo, mejor se vuelve su capacidad predictiva, de forma análoga a la experiencia acumulativa del aprendizaje humano.
El aprendizaje automático (ML) se organiza en tres categorías fundamentales.
Estas tres variantes comparten un principio común: el conocimiento emerge de la experiencia, no de la programación explícita.
En este punto, con las descripciones de más arriba, está claro para dónde apunta cada término. Si bien la IA y el ML comparten objetivos, su diferencia radica en el nivel de abstracción.
La IA abarca la totalidad de los sistemas inteligentes, mientras que el ML es el conjunto de técnicas que permite a esos sistemas aprender.
La siguiente tabla resume sus principales diferencias estructurales y funcionales.
La tabla evidencia que todo modelo de ML forma parte de la IA, pero no toda IA depende del aprendizaje automático.
En términos funcionales, la diferencia reside en la fuente del conocimiento: la IA simbólica se construye a partir de reglas humanas, y el ML lo deriva del análisis estadístico de grandes volúmenes de información.
En palabras simples, veamos una analogía, comparando a un arquitecto con un aprendiz: