En fechas como las de hoy nuestro smartphone es protagonista. Y no, la tecnología no nos separa ni nos abstrae de la realidad.
La tecnología es una parte fundamental de nuestra vida hoy en día, y muchos por ahí se asustan al ver cómo se ha vuelto protagonista de casi cada cosa que hacemos. Y es cierto, a ratos incluso nosotros la encontramos intrusiva, molesta e innecesaria, pero ahí estamos manteniéndola al centro de nuestro universo.
Cargamos en nuestro bolsillo un smartphone que pasó de ser un dispositivo para llamar a transformarse en una ventana al mundo, donde — en tiempo real — somos testigos de todo lo que ocurre. Quizás consumimos demasiada información, quizás hoy le ofrecemos demasiada dependencia, o quizás no supimos poner límites en su momento. Sea como sea, hoy toda nuestra vida está dentro de esos aparatos de pantallas brillantes y baterías que nunca dan abasto para nuestra creciente demanda de uso.
Para muchos esto es sinónimo de abstracción, y nos aleja del resto del mundo. No son pocos los que se quejan que la tecnología quita emotividad, hace perder el contacto humano y termina por separarnos del contexto donde nos encontramos con la excusa de un tweet, un mensaje por Facebook o el último video de gatos que es sensación en YouTube.
No es así.
Existe una gran cantidad de gente que pasa la Navidad lejos de las personas importantes en su vida. Son incluso familias enteras las que están dispersas por todo el mundo por diversos motivos, y que esta noche seguro están recordando todos esos bellos momentos vividos en compañía de los suyos en años anteriores. De seguro mirarán fotos y videos que provocan sensaciones y sentimientos, gatillando una conexión emotiva con quienes están ausentes.
Si están en otro lado del mundo, ese mismo aparato que tanto «nos separa» se convierte en el puente que nos ayuda a estar un poco más cerca. Un teléfono, internet y voluntad son las tres cosas que se conjugan para poner a cualquier persona al alcance, y así cerrar la brecha que nos impide compartir juntos y crear más recuerdos.
Es — probablemente — una de las cosas que más me gusta de la tecnología. Detrás de ella hay una parte de técnica y ciencia dura, y también otra equivalente de emotividad y subjetividad que hace que todos los avances de los que te hablamos día a día tengan sentido.
Lo mejor de esto es que no tienes que estar al otro lado del mundo para aprovechar esta ventaja. Un llamado, un mensaje de texto, un emoji o incluso tus propias redes sociales pueden ser catalizadores de ese acercamiento que hace tanto tiempo vienes postergando.
Esta nochebuena nuestro deseo para ustedes es que puedan estar más cerca de los que quieren — ya sea vía internet, vía telefónica o en persona — y atesoren esos momentos que días como los de hoy nos dejan.
Tomen más fotos, graben más videos, usen más aplicaciones, ríanse más, lloren más y compartan más. Con nuestro móvil no hay momento que no podamos conservar para siempre, y no hay recuerdo que no podamos evocar. Las posibilidades son infinitas.
Es 24 de diciembre, tenemos un dispositivo comunicador en nuestra mano, y la tecnología está de nuestro lado. Démosle sentido.
Comuniquémonos más.
¡Feliz Navidad!