China impulsa la independencia tecnológica en equipos de gobierno, favoreciendo alternativas nacionales a grandes marcas de EE.UU.
En un reciente giro de los acontecimientos, el gobierno de China ha implementado una serie de directrices destinadas a eliminar el uso de procesadores estadounidenses y software de sus equipos informáticos gubernamentales. A partir de ahora, marcas reconocidas como Intel, AMD y el sistema operativo Microsoft Windows serán sustituidas por alternativas nacionales.
Esta decisión, que entró en vigor el pasado 26 de diciembre según informes del Financial Times, exige a las agencias gubernamentales desde el nivel municipal hacia arriba, adoptar criterios de selección que garanticen la seguridad y fiabilidad de los procesadores y sistemas operativos. La lista de productos aprobados, publicada por el Centro de Evaluación de Seguridad de la Tecnología de la Información de China, incluye CPUs de compañías chinas como Huawei y Phytium, abarcando una diversidad de arquitecturas incluyendo x86, Arm y diseños propios.
Este movimiento refleja el esfuerzo continuo de China por reducir su dependencia de tecnologías extranjeras, alineándose con sus objetivos de política «Hecho en China 2025». Esta política no solo busca cambiar la imagen internacional del país como la «fábrica del mundo», sino también posicionar a China como una potencia tecnológica global.
La restricción impuesta no solo afecta a los gigantes tecnológicos estadounidenses como Intel, que reportó que China representó el 27% de sus ventas totales el año pasado, y AMD, sino que también toca a Microsoft, aunque en menor medida, ya que China contribuye con aproximadamente el 1.5% de sus ingresos.
La prohibición de CPUs estadounidenses en agencias gubernamentales chinas surge en un momento de crecientes tensiones entre Beijing y Washington. Estados Unidos ha limitado la capacidad de China para producir sus propios chips avanzados durante años. Recientemente, se ha prohibido la exportación de productos avanzados de IA de Nvidia a China, lo que llevó a la compañía a crear alternativas específicas para China, menos potentes.
De manera similar, Estados Unidos está buscando reducir su dependencia de China y Taiwán en el ámbito de los semiconductores mediante el Acta CHIPS, que ofrece subsidios para incentivar el regreso de la fabricación de semiconductores al suelo estadounidense. Este esfuerzo incluyó recientemente una subvención de $8.5 mil millones a Intel, destacando el compromiso de EE.UU. con la relocalización de su producción de semiconductores.
En un movimiento relacionado, las acciones de Apple experimentaron una caída del 9% tras el anuncio de que China ampliaría su prohibición del uso de iPhones en ciertas oficinas gubernamentales.
Este cambio en la política tecnológica china no solo afecta a las relaciones comerciales y tecnológicas internacionales, sino que también plantea preguntas sobre el futuro de la innovación y la independencia tecnológica a nivel global.
¿Cómo influirá esta decisión en el equilibrio de poder tecnológico mundial?