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Imagen vía Flickr (TechCrunch)

Sam Altman: «Una consulta a ChatGPT consume la quinceava parte de una cucharadita»

El CEO de OpenAI, Sam Altman, escribió una extensa publicación en su blog personal. Allí, divaga por diversas aristas y posibilidades de la inteligencia artificial (IA).

Una que ya ha generado «ruido» es lo referente al consumo de ChatGPT. El empresario remarca un consumo menor a lo reportado por otros. Sobre ello, dijo:

«A medida que se automatiza la producción de los centros de datos, el coste de la inteligencia debería converger eventualmente a un nivel cercano al de la electricidad. (La gente suele sentir curiosidad por saber cuánta energía consume una consulta de ChatGPT; una consulta promedio consume unos 0,34 vatios-hora, aproximadamente lo que consumiría un horno en poco más de un segundo o una bombilla de alta eficiencia en un par de minutos. También consume unos 0,000085 galones de agua; aproximadamente la quinceava parte de una cucharadita)».

Según informa The Verge, OpenAI evitó responder cómo Sam Altman dedujo esas cifras. Como comparativa, un artículo de The Washington Post hecho en colaboración con investigadores determinó que un correo electrónico de 100 palabras «generado por un chatbot de IA con GPT-4» requería «algo más de una botella (de agua)». Asimismo, unos investigadores predijeron un consumo mayor la minería de Bitcoin por parte de la IA para fines de 2025.

Además, estipula una convergencia entre IA y energía. El conocimiento dará lugar a ideas y energía cuantiosas. En sus palabras, el futuro luce prometedor:

«En la década de 2030, la inteligencia y la energía —las ideas y la capacidad de hacerlas realidad— serán inmensamente abundantes. Estas dos han sido los principales limitantes del progreso humano durante mucho tiempo; con inteligencia y energía abundantes (y un buen gobierno), teóricamente podemos tener cualquier otra cosa».

¿Qué más prevé Sam Altman?

Pero lo publicado por Altman va más allá del consumo energético. Como señalamos al inicio, él hace «un viaje predictivo» sobre la IA. Estima al progreso científico como el principal impulsor del progreso general. La IA servirá de base para impulsar los conocimientos y llevarlos a un nuevo nivel. Al respecto, comentó:

«(Este año) llegaremos a agentes que pueden realizar trabajo cognitivo real; escribir códigos informáticos nunca volverá a ser lo mismo. En 2026 probablemente llegaremos a sistemas capaces de descubrir nuevos conocimientos. En 2027 podremos ver la llegada de robots que puedan realizar tareas en el mundo real».

Altman considera que desconocemos hasta dónde llegará la inteligencia humana. Sin embargo, «estamos a punto de descubrirlo». El progreso será tal que se logrará un proceso cíclico entre los mismos avances:

«Existen otros ciclos que se retroalimentan. La creación de valor económico ha iniciado un ciclo de desarrollo de infraestructura para operar estos sistemas de IA cada vez más potentes. Y robots capaces de construir otros robots (y, en cierto sentido, centros de datos capaces de construir otros centros de datos) no están tan lejos».

«Si tenemos que fabricar el primer millón de robots humanoides a la antigua usanza, pero luego pueden operar toda la cadena de suministro (excavar y refinar minerales, conducir camiones, dirigir fábricas, etc.) para construir más robots, que pueden construir más instalaciones de fabricación de chips, centros de datos, etc., entonces el ritmo de progreso será obviamente muy diferente».

El ritmo de progreso se acelerará cada vez más. Las personas tendrían la capacidad de adaptarse casi a cualquier cosa. Aunque habrá situaciones indeseadas: se espera la desaparición de «clases enteras de empleos, pero, por otro lado, el mundo se enriquecerá tanto y tan rápidamente que podremos considerar seriamente nuevas ideas políticas que antes no podíamos», agrega Altman.

La industria de la IA está construyendo «un cerebro para el mundo». Uno que será personalizable y fácil de usar para todos, según el ejecutivo. El campo tecnológico en general, y el de la IA en particular, ya sientan las bases de una superinteligencia. Habrá que comprobar su impacto y consecuencias, tanto ambientales, como económicas, laborales y sociales. Incluso, en todas las demás ramas que quieras suponer. Será — si no lo es ya — algo transversal a todo y todos.

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