Retrocedamos 10 años atrás en el tiempo. Si les digo que piensen en un teléfono, quizás ya tienen en mente la joyita que pudieron comprar en ese tiempo. En mi caso, tengo en mente un Sony Ericcson C510, un dispositivo que lucía muy elegante, que incluía una cámara tremendamente novedosa para ese tiempo y que tenía un estilo muy propio de la marca. Lo mismo pasaba con otras marcas, claro.
¿Por qué digo esto? Hace tan solo unas horas se filtró el diseño del próximo gama alta de LG que, para sorpresa de algunos, luce exactamente igual al iPhone X por el frente y curiosamente igual al Galaxy S9 por detrás. Esto se suma a la absurda cantidad de dispositivos que vimos en el Mobile World Congress que eligieron seguir esta línea, liderados por ASUS.
Contrastemos la situación: los fabricantes se están quedando sin identidad. Están optando por seguir modas antes que complacer las necesidades de sus usuarios. ¿Dónde están quedando sus equipos de investigación? ¿Qué pasa con los intentos prometedores que veíamos años atrás por competir con los otros grandes del mercado?
Vaya, parece que realmente estamos llegando a un punto de convergencia en un mercado que está quitando el espacio para innovar. Tanto así que, Apple, empresa que nos tenía acostumbrados a deslumbrarnos año a año, ha forzado a un mercado a seguir sus ideas al pie de la letra.
Quiero parar un momento y destacar a Samsung, que sigue alargando y perfeccionando su propia línea. Te guste o no te guste, hay que saber que el camino que tomó la empresa surcoreana es auténtico. Lo mismo para Google, dando un giro en lo que pensábamos de un teléfono centrando todos sus esfuerzos en el software y no en el hardware.
No se ustedes, pero esto para mi es como una señal de rendición absoluta ante una empresa omnipotente que se está comiendo el mercado de la gama alta y un mercado que no da espacio para innovar. Quizás no haya ningún otro fabricante dispuesto a darle una segunda mascada a esa manzana.
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