Tormenta sobre el barco de Jolla. La empresa, creada para rescatar la herencia de Nokia en Finlandia tras el salto a Windows Phone, hoy se encuentra en una compleja situación tras fallar en su esfuerzo por recolectar USD $10.6 millones en la más reciente ronda de levantamiento de capital que buscaba asegurar su estabilidad.
El resultado de esto se verá en una profunda reestructuración de la compañía, lo que obligará a despedir al 50% de los empleados en lo que ellos llaman una «medida provisoria», puesto que esperan volver a contratarlos cuando el dinero finalmente llegue a los bolsillos de la finlandesa.
La empresa también se ha acogido a un programa de reestructuración de su deuda, lo que le permitirá funcionar con menos complicaciones hasta que los financistas que deben definir el futuro de la empresa decidan inyectar los fondos requeridos.
Los mayores problemas de Jolla en el futuro están en la potencial fuga de cerebros que hoy en día trabajan en la empresa, pero que — ante el incierto panorama actual — podrían comenzar a buscar un nuevo destino y hacer perder el capital humano tan necesario para darle continuidad a Sailfish OS, su magnífico sistema operativo móvil.
El plazo fatal es diciembre. Si para fines de ese mes no está lista la inyección de capital, la compañía podría ver comprometida la continuidad de su proyecto de desarrollo de software.
No todo se arregla con dinero
Pero, incluso logrando la inyección de capital, Jolla ya queda en una posición debilitada frente a una industria que ha sido implacable con aquellos «rebeldes» que buscan crear caminos alternativos a la masividad de Android y el foco en lo premium de iOS. Esto podría comprometer futuras inyecciones de capital y, por ende, su sobrevivencia.
Del mismo modo, la búsqueda no es sólo de dinero para financiar la operación. También se necesita que Jolla logre entusiasmar fabricantes que lleven adelante su estrategia de licenciamiento de su sistema operativo, permitiendo así generar ingresos que lleven a la compañía a autosustentarse y no depender tanto de las sucesivas rondas de levantamiento de capital.
No ha sido un segundo semestre fácil para Jolla. A todas estas complicaciones antes detalladas se suma la renuncia del co-fundador de la compañía, Marc Dillon. Su salida deja a la empresa en una posición desmejorada en cuanto a ánimo e impulso, pues fue Dillon la cara visible del nacimiento y crecimiento de esta aventura.
Sin él, con poco dinero y con metas sin cumplir, el desafío de Jolla es saber reinventarse, convencer y convencerse. La carrera por ser el tercer ecosistema móvil todavía deja mucho espacio para competidores que quieran sumarse, y Sailfish OS es uno formidable.
¿Podrá dar el salto definitivo y consolidarse en 2016? Espero que así sea.